Luego de ejecutar
un taller para los integrantes del área comercial de
una empresa de alimentos, me he quedado con la emoción de la
gratitud y el asombro, terminado el taller me retire tranquilo casi en
paz. algo distinto ocurrió en este taller, lo vi, sentí y viví desde otro
“lugar”.
he hecho
muchos talleres en mi vida profesional y en este pude
sentir una gran disposición y apertura de los participantes, a pesar de
ser día sábado. sentí una inusual conexión con ellos, con sus
vidas, sus procesos, sus emociones y sus relatos. a diferencia de otros talleres en
este no apure nada, no apresuré las reflexiones de los ejercicios que propuse,
los diálogos o cualquier otro proceso, no me complico el tiempo ni los temas
que podían quedar sin tocar, ahora me doy cuenta que mantuve el foco en las
personas, en lo que a ellos les pasaba o iban sintiendo. esto que antes me
parecía una trivialidad y que incluso consideraba el ABC de cualquier taller,
se me reveló ahora en una dimensión que antes no comprendía, mejor dicho
comprendía solo a nivel intelectual, faltaba la integración con el
cuerpo, la emocionalidad y el espíritu.
Este es el primer taller
transcurrido un mes de haber concluido el proceso Hoffman, lejos el
mejor trabajo terapéutico que he hecho en toda mi vida, 8 días
durísimos y tremendamente sanadores. en este trabajo transité por los cuatro
dominios antes mencionados y este es precisamente ese otro “lugar” del que
hablé al principio de esta nota.
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